Aquí en los Estados Unidos, pocos niños sufren malnutrición grave, pero muchas familias se preocupan por su próxima comida o se quedan sin dinero para comprar alimentos. En conjunto, el mundo ya produce suficientes alimentos para alimentar a todos, y el gobierno de los Estados Unidos tiene el poder y los recursos para lograr un impacto histórico en la lucha contra el hambre. Es por eso que Pan y nuestros colaboradores trabajan incansablemente para instar a los que toman las decisiones de nuestra nación a priorizar políticas y programas que terminen con el hambre.
En 2022, el 12.8 por ciento de todos los hogares estadounidenses padecían inseguridad alimentaria. Esto incluye el 7.7 por ciento con “baja seguridad alimentaria” y un 5.1 por ciento con “muy baja seguridad alimentaria”. Estos aumentos se debieron en gran medida al fin de los programas de asistencia pandémica, incluido el Crédito tributario por hijos ampliado y un mayor acceso y beneficios en el Programa de asistencia nutricional suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés) y el Programa especial de nutrición suplementaria para mujeres, bebés y niños (WIC, por sus siglas en inglés). La inflación y el aumento de los precios de los alimentos también son factores que contribuyeron a esta situación.
La inseguridad alimentaria prevalece en las zonas rurales. En 2022 afectó al 14.7% de los hogares rurales, es decir, a 2.7 millones de familias. Aunque las zonas urbanas tienen una tasa de inseguridad alimentaria menor, del 12.5%, esto supone un número mucho mayor de familias (14.3 millones), ya que las zonas urbanas están más pobladas.
Los hogares negros y latinos experimentaron inseguridad alimentaria a una tasa más del doble que los hogares blancos en 2022, un 22.4 por ciento y un 20.8 por ciento, respectivamente.
En hogares con muy baja seguridad alimentaria (más de uno de cada 20 hogares estadounidenses) hubo momentos durante el año en que la ingesta de alimentos de las personas se redujo y sus patrones alimentarios normales se alteraron porque el hogar carecía de dinero para comprar alimentos. En hogares con muy baja seguridad alimentaria:
- Al 98% le preocupaba que se les acabara la comida antes de tener dinero para comprar más.
- El 97% descubrió que los alimentos que compraban simplemente no duraban y no tenían dinero para adquirir más.
- El 96% no podía permitirse el lujo de comer comidas balanceadas.
- El 96% se saltó comidas o comió menos porque no había suficiente dinero para adquirirla.
- El 65% sufrió hambre, pero no comió porque no tenía dinero para comprar alimentos suficientes.
- El 29% no comió, por lo menos en una ocasión durante todo un día, debido a que no había suficiente dinero para comprar alimentos.