Orando por un sueño

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Immigration advocates gathered at the Supreme Court to raise awareness about President Obama's DACA and DAPA programs. Esteban Garcia/Bread for the World.

De Esteban García

Asistí le semana pasada a una vigilia frente a la Corte Suprema de los Estados Unidos. Y oré por un sueño.

La vigilia, patrocinada en parte por Pan para el Mundo, se realizó por un caso que la Corte decidirá aceptar o no, y que afectará a muchos de nuestros amigos y vecinos. El caso se trata de la autoridad del Presidente Obama de implementar la Acción Diferida para los llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés) y la Acción Diferida para Responsabilidad de los Padres (DAPA por sus siglas en inglés). Éstas son leyes que ponen un alto a las deportaciones de ciertos grupos de personas que lucharon para hacer de este país su patria.

Pese a que éste sea un asunto político contencioso y divisivo, no puedo ignorar el componente humano de la situación. Mientras que oraba por los niños cuyos padres los trajeron para que pudieran vivir libremente y con oportunidades, pensé en aquellos que conozco, cuyas vidas se encuentran en el núcleo de estas batallas legales.

Oré en particular por Felipe, un buen amigo mío y un activista por el bien. Él pertenece al grupo de personas conocidas como DREAMers, por la Ley de Desarrollo, Ayuda y Educación para Menores Extranjeros (DREAM por sus siglas en inglés), que ayudaría a millones de inmigrantes sin documentos en los Estados Unidos. Felipe vino a los 14 años con su familia desde Brasil. Y aunque sintiéndose extraño en un país que no era el suyo, éste les ofrecía a él y a su familia lo que su país natal no. Enfoqué mis oraciones en él, estando a unos metros de la más alta corte del país, agradecido por él y por tantos que, a lo largo de mi vida, me han ayudado a ser testigo del elemento humano de una fea batalla política que se lleva a cabo en las grandes instituciones de nuestro Gobierno.

Felipe se convirtió en un defensor de la igualdad para los inmigrantes tras residir unos años en los Estados Unidos, por medio de su trabajo con GetEQUAL y United We Dream. Desde entonces, Felipe ha podido permanecer en este su país y contribuir a él en su nuevo empleo. La historia de Felipe es testimonio del gran país que podemos ser cuando superamos nuestras diferencias partidistas y trabajamos juntos por la inclusión del inmigrante.

Sin embargo, la inmigración no se trata de un problema aislado. Está enredada con muchos problemas que como país y como comunidad internacional reconocemos y debemos abordar. Los inmigrantes indocumentados a menudo se ven expulsados de sus países natales por la pobreza extrema, la violencia, y el hambre. Al llegar a los Estados Unidos, intentan conseguir la seguridad y el bienestar con los cuales tantos aquí hemos sido bendecidos. DAPA y DACA les darían a millones de personas la oportunidad de seguir siendo miembros productivos de nuestra sociedad.

En la vigilia se captaron estas conmovedoras realidades. Escuchamos a niños pequeños quienes, como Felipe, fueron traídos por sus familias por su seguridad y por la oportunidad de vivir mejor. Yo sigo orando por el avance y la expansión de estas leyes, para que aseguremos que ellos puedan realizar sus sueños.

Esteban García es especialista en relaciones con los medios de Pan para el Mundo.

Imagen: Activistas por la inmigración se reunieron la semana pasada frente a la Corte Suprema para despertar conciencia respecto a DACA y DAPA. Esteban García/Pan para el Mundo.

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